Educando las emociones

Es de gran importancia conocer nuestro mundo afectivo y emocional. Primero por nuestro bien que a su vez tendrá un impacto positivo en la vida de los hijos. Ayudarlos a que no sólo sean personas inteligentes intelectualmente sino también emocionalmente. Hoy en día, es una de las habilidades más buscadas en los trabajos. Personas capaces de auto dominarse y al mismo tiempo que puedan ayudar a otros a perseguir ciertos objetivos.

El padre debe ayudar al hijo a comprender la emoción que está experimentando en el momento. El primer paso será escuchar atentamente y si algo no queda claro, preguntar de manera curiosa, sin hacer juicios. Es preciso hacer un comentario aquí - las emociones no son BUENAS, NI MALAS, sino que SON. Los juicios la mayoría de las veces sobran. Más bien éstas nos brindan información valiosa para entender lo que sucede a su alrededor y como el hijo está percibiendo el mundo.

Una vez escuchando lo que el niño está sintiendo, experimentando el padre podrá ir guiando a su hijo. Sin infravalorar el sentir de su hijo, sino sobre todo con empatía, acogiendo lo que dice. Esto permitirá a los padres e hijos mejorar el conocimiento propio y del otro, fortaleciendo su relación, sobre todo ganando terreno en la confianza, tan valorada por la mayoría de los padres.

La importancia que tiene la educación de emociones tiene una relación directa con la felicidad, libertad y en la capacidad de amar. Aquellas personas que logren entretejer inteligencia, voluntad y afectividad serán aquellas que desarrollen una personalidad recia y madura que dará frutos en la construcción de relaciones sanas y fuertes a ser personas libres y felices, capaces de lograr aquello que se proponen.

Por: Marilupe Prósperi